Algunos comercios optaron por el delivery, pero esta alternativa no representa una solución.
Ir a comer a Fortunato ofrece una experiencia que nos reencuentra con Miramar. Sus paredes decoradas con fotos históricas de la ciudad se contraponen con el llamado a la actualidad en los cuadros de Claudio Roldán que completan la decoración de un salón que permite el encuentro en un ambiente íntimo.
Ahora las sillas están levantadas y el local trabaja puertas adentro preparando propuestas gastronómicas que serán entregadas a domicilio. La Pandemia cambio todo. Cambió nuestros hábitos, nuestras formas y transforma los lugares que solíamos frecuentar.
Andrés Allende, nos recibió para contarnos la realidad de un sector que por el momento no sabe cuándo volverá a abrir sus puertas. El entra mercadería con la que realzarán los platos que ya se promocionan en las redes sociales.
En su caso, el Aislamiento Social vino a tirar por tierra un período que arrancó bien con el verano pero no pudo completarse. Como muchos gastronómicos de la costa atlántica, marzo y abril son meses que estiran la temporada y permiten generar recursos para sostener gastos.
El cierre del local por las medidas impuestas frente a la pandemia, puso a Allende en un aprieto. “Esos 45 días entre marzo y abril es como haber perdido un mes de verano” se lamenta el experimentado comerciante miramarense.
Por otra parte, preparados para enfrentar el trabajo que se venía en esos días, en el restaurante estaba la cámara completa, por lo que terminó entregando mucha comida al Hospital y comedores de la ciudad.
Sin mayor expectativa, Allende estima que una posible apertura se daría en Julio. Mientras tanto, la semana pasada volvió al delivery, ya que en la ciudad no se permite el Take Away. “Comencé en el 2001 con comidas para llevar y después quedó solamente el restaurante, así que volví a ese trabajo” comenta y se le escapa una sonrisa, quizás recordando aquellos años.
Con capacidad para 52 comensales y con 6 empleados, el esquema que puede venir en la futura apertura puede llevar a Fortunato a convertirse en un espacio para la mitad de clientes. Andrés recorre el salón con la mirada y analiza “Quizás podamos hacer tres turnos y compensar un poco, habrá que poner separaciones en vidrio entre las mesas”.
Hasta el momento, lo han contactado de la Cámara de Comercio local para comunicarle que pronto harán una reunión. Por su parte, entiende que desde la Asociación Hotelera y Gastronómica, a la que pertenece, se elaborará un protocolo para cuando se les permita volver a la actividad en el local.
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